Ayer jugando a
una especie de fútbol-tenis, descubrí algo que nunca en mi vida había sentido,
y que yo no alcanzaba a comprender.
Para mi asombro,
pude disfrutar de haber perdido un juego, y valorar la felicidad y alegría de
los que ganaron.
No me considero
yo un mal perdedor, pues siempre respeto las reglas, asumo la derrota y
felicito al rival. Pero jamás me sentí más feliz por perder que por ganar. Y
ayer, en esta cárcel argentina un rumano y un colombiano se juntaron, se
entendieron y ayudaron sin discutir entre ellos para conseguir ganar después de
una hora y varios días anteriores de haber sido derrotados por un español y un
argentino.
Perder un juego
y disfrutar del esfuerzo y alegría que los rivales presentaron, supone una
sensación personal de bienestar y placer que jamás yo podía haber pensado que
pudiese se real.
El tener una
personalidad competitiva, obliga a uno a querer ganar siempre, y en cualquier
orden de la vida. Es por esto que mi nueva sensación de ayer me hace entender cómo
es posible encontrar el éxito, el triunfo y el placer desde el otro extremo
donde uno siempre creía que estaba….
Ganar desde la
derrota; disfrutar de la perdida; entender cuál es el verdadero éxito aun
habiendo perdido, supone para mi algo enriquecedor e importante.
No deja de
sorprender a uno lo que la mente puede llevarte a conseguir. Sin duda alguna,
creo que no tenemos un conocimiento mínimo de lo que nuestro cerebro puede
llegar a procesar, y a trasmitir a nuestro cuerpo.
Sería una
estupidez de mi parte si pretendo vincular mi nueva sensación con la palabra sabiduría.
Opino que la sabiduría está lejos de estos tardíos descubrimientos cerebrales que yo vengo registrando en los
últimos tiempos. Por lo tanto lo único que puedo destacar en esta nota y lejos
de pretender caer en la presuntuosidad propia del ignorante; es que resulta muy
gratificante que aun a pesar de estar privado de mi libertad, encarcelado y
chantajeado por el Poder Judicial argentino, puedo ser capaz de seguir
descubriendo sensaciones y procesos mentales nuevos y superadores.
Tal vez resulte
que los lentos y calmos tiempos de la cárcel -donde una hora con sus sesenta
minutos equivale a un día con sus veinticuatro horas en libertad- consigan que
uno tenga la necesidad de analizar más y mejor casa pequeño detalle. Cuestiones
que estando en la vorágine de la vida urbana jamás se pararía uno a analizar.
¡No todo puede
ser negativo en la cárcel!
Valentín Temes
Coto.
ES COPIA LITERAL DE LO ESCRITO POR VALENTIN.
Lolo Temes Coto.
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