Me encantaría
poder expresar en esta nota la inmensa sensación de alegría y satisfacción que
uno logra sentir al escuchar al teléfono palabras de afecto que personas
cercanas y no tanto, te hacen llegar.
Nunca pensé yo
que estas cuestiones relativas al amor y al afecto me pudiesen hacer tanto
impacto. Y más aun teniendo en cuenta que
después de estar años preso, el carácter se transforma en una protección
dura y hermética que llega incluso a uno mismo, a poder verse como realmente
uno es.
Vivir privado de
la libertad es algo que solo debería ocurrir en casos extremos de
incumplimiento de las leyes. Por supuesto que entre esos casos tendrían que
estar los magistrados, abogados y demás que a sabiendas tienen a personas
inocentes presas. Personas inocentes y también a sus familiares y afectos que
padecen el encarcelamiento del ser querido como propio, aun estando ellos en
libertad.
Cuando estas
personas que te quieren, te cuentan alguna novedad que lleva incluida una buena
noticia, el aquí preso la vive de forma exagerada, al igual que cuando la
novedad contiene una mala noticia. Este desequilibrio a la hora de valorar en
la justa medida las noticias recibidas es debido al aislamiento social que
implica el estar preso.
La incapacidad
humana por conseguir una mejor forma de castigo para el ciudadano que incumple
las normas es igual de grave, que la propia incapacidad para entender que la
raza humana no es más que una de las numerosas especies animales en el planeta
Tierra y también en el Universo.
Y hoy yo escuché
que un amigo mío estaba de vuelta en la sociedad….Tiene un papel que acredita
su libertad, y así podrá esforzarse en recuperar los años que el Sistema le
quitó intempestivamente cuando así lo decidió oportuno y necesario para mantener
el equilibrio del mundo al que dirige.
El Sistema que siempre esta ágil
o lento según su conveniencia en cada caso, no deja nada sin controlar ni
manipular.
Por esto mismo es que cuando se reciben
esas llamadas cargadas de afecto se siente exageradamente bien. Porque uno
aprende a valorar algo –normalmente- cuando dejó de tener ese algo. Ese algo
muchas veces tiene nombre y rostro, otras solo son palabras, gestos, risas,
paseos, lecturas o sueños…..
Sigo
esperando esa llamada que confirme la mala praxis del Sistema.
Valentín
Temes Coto.
COPIA LITERAL DEL ESCRITO DE VALENTIN.
Lolo Temes Coto.
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