viernes, 12 de febrero de 2016

EL.


       Tal vez pueda resultar extraño, el encontrar en la cárcel personas con historias tan comunes como las de cualquier ciudadano que jamás pisó un completo penitenciario.

       Aquí se encuentran las más variadas experiencias que componen nuestra sociedad. Y normalmente siempre se encuentra en los orígenes familiares las causas que llevan a muchos a vivir al “margen de la ley”.

       Lo trágico es que estas personas que son reincidentes y quedaron al “margen de la ley”; son normalmente las principales víctimas del sistema judicial y correccional.

       Absurdo e ineficaz resulta todo el entramado judicial y carcelario que no recupera a un porcentaje significativo de los reclusos.

       Pretendo contarles en esta nota la simple historia de un hombre que se decidió –como tantos otros- a ocultar en sus intestinos ochocientos gramos de cocaína camuflada en cápsulas.

       Le llamaré El, ya que su verdadero nombre no es menester mencionar aquí. El nació en Colombia y vivió muchos años en Holanda. Fue reclutado para su primer viaje como “mula” hace más de diez años y realizó más de treinta viajes desde Sudamérica a Europa. Tres veces fue apresado; una vez en Holanda, otra en España y ahora en Argentina. En total serán casi seis años preso por las tres veces detenido. Con cerca de cuarenta años, El no tiene más que deudas en su domicilio, un bolso con objetos personales (ropa, un celular y… dos pasaportes), una madre enferma, una mujer que se fue con la hija de ambos, en busca de ayuda de su humilde familia, y vagos recuerdos de haber podido vivir como cualquier otro ciudadano con un trabajo formal. Pero sus intentos de comerciante terminaron cuando aún bien comenzaban, y solo pudo comprender que esos fracasos le llevaron a ser un deudor en los bancos. Un deudor que no podía enfrentar los plazos firmados y cien veces renegociados en las siempre extorsionadoras entidades de crédito. De comerciante a traficante, a “mula” que arriesga su vida para conseguir un dinero que necesita y que no puede ganar trabajando donde no hay trabajo. Y de “mula” a preso, a perder todo nuevamente. Sin alternativas, sin futuro, sin más sueños que sus propis lamentos. Nuevamente saldrá en libertad, y seguramente pronto volverá a estar encarcelado en algún otro país donde aún tenga habilitada su entrada.

       Simple, triste y pobre historia es la de El; una más de las muchas que son mayoría entre los condenados por narcotráfico.

       Les puedo asegurar que El, y esos otros no son más que víctimas de la droga, de igual forma que los consumidores. ¡Ellos todos son víctimas!

       Los únicos que realmente son victimarios, y se benefician del tráfico de estupefacientes, son los narcos de verdad, y esos jueces corruptos e ineficientes que cobran de los primeros por encubrirlos y protegerlos, mientras llenan las cárceles de “mulas”, consumidores e inocentes.


       Valentín Temes Coto.

COPIA EXTRAÍDA DEL ESCRITO DE VALENTIN.
Lolo Temes Coto.

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