Ya hace casi cinco años escuché la historia que detallaba la
existencia de un espíritu aquí en este Módulo del Penal Nº 1 de Ezeiza.
Varios son los que aseguraban haber visto al mencionado
espíritu, y que correspondía con un hombre que había fallecido en tiempos
anteriores estando aquí preso.
Yo como no creo en esas ni en otras cuestiones que no tienen
valor cierto en la ciencia o en la documentación, solo pude guardar silencio en
las varias, más bien muchas ocasiones en que unos u otros relataban las
aventuras de espíritu de aquel hombre fallecido.
Yo los únicos ruidos y voces que siempre escucho en este
lugar, pertenecen a internos, a funcionarios, o algún avión que se cuela en
nuestro “espacio aéreo”.
Pero tengo que reconocer que desde hace unas semanas puedo
registrar claramente unos sonidos que no coinciden con ninguno de los hasta
ahora registrados por mi cerebro.
Creo que esos extraños ruidos guardan relación con la historia
del espíritu que tanto me habían mencionado…
Y no es que haya un espíritu, pero si una historia. Mejor
dicho, miles de historias con miles de nombres y millones de ruidos.
Historias, ruidos, silencios y sueños se mezclan dando lugar a
casi realidades donde se ven pasear tranquilamente a los “espíritus”.
Ellos llegan, entran y salen de cada celda, de cada pabellón y
por cada módulo.
Siempre están, siempre acompañan, siempre vuelven, y muchas
veces siempre, casi siempre te despiertan para que puedas entender que ellos no
son más que tus propios sueños, con risas y llantos, con penas y alegrías.
Si no llama y reclama a esos espíritus, se le presentan las
mismas pesadillas, los mismos sueños de siempre.
Esta historia del espíritu un día se termina, y al día
siguiente comienza otro sueño con otra historia y con otros espíritus.
Aquellos malignos espíritus que yo registro tienen nombre y
apellido; también tienen rostro y título profesional.
Valentín Temes Coto.
LITERALMENTE COPIADO DEL ESCRITO DE VALENTIN
Lolo Temes Coto.
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