Mis hijos vivirán quince, veinte o más años que mis padres.
Los hijos de mis hijos vivirán otros quince o veinte años más que sus padres.
Yo solo podré ver parte de toda esta maravillosa etapa de
longevidad entre cuatro generaciones.
Pero conseguí entender el pasado, el presente y el futuro de
mi familia, de mi gente. De lo que fue, es y será nuestro mundo.
Ahora con mi edad se está en una etapa de plenitud, aunque al
mismo tiempo a mi generación ya le cuesta seguir en la cresta de la ola para
entender los desafíos del presente.
Al mismo tiempo que los viejos son menos viejos, y los grandes
parecemos jóvenes, esos que vemos como jóvenes ya son grandes comprometidos con
el futuro de cambio y evolución constante.
Y los niños ya casi pasan de la teta al preservativo sin haber
aprendido a jugar con la inocencia de un verdadero niño.
Es posible, casi seguro que mis apreciaciones ni sean justas
ni reales, en sobre manera cuando trato de los niños que ni entiendo ni
comprendo.
Lo que si realmente creo estar en lo cierto, es cuando
advierto en mi generación y en la siguiente un problema de identidad real por
culpa de esta vertiginosa evolución que nos llevó al siglo XXI sin poder tomar
conciencia del inmediato ayer, hoy, mañana.
Tal vez podamos sentirnos perdidos en medio de una sociedad que
desprecia a los que dudan, tiemblan o no encuentran el camino para triunfar…
Sin entender realmente lo que significa triunfar.
Pienso que estos pensamientos míos, son los que me hacen
añorar aquellos años pasados cuando mis padres me pedirán contar todo lo que yo
me negaba a escuchar.
Sin duda alguna tengo que reconocer que mis hijos, e imagino
que los de la mayoría son mejores y más generosos que uno, porque ellos aún nos
escuchan y nos hablan como si realmente nos pudieran necesitar en sus vidas.
Creo que el Mundo es hoy mejor que ayer, aunque todo lo de
ayer es igual que lo de hoy.
Valentín Temes Coto.
ES COPIA LITERAL DE LO ESCRITO POR VALENTIN
Lolo Temes Coto.
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