Las personas que tenemos cincuenta años cumplidos, y
que crecimos dentro de un régimen democrático, donde las dictaduras ya casi
eran recuerdos de hermanos mayores o de los propios padres, nos encontramos a
principio de este s. XXI, profundamente confundidos con la realidad que nos
rodea, y totalmente superados por un futuro incierto para nosotros y también
para nuestros hijos y nietos.
Están cambiando
muchas cuestiones que afectan a toda la humanidad en cuestión de dos, tres o
cinco años. Se genera tal cantidad de información en tiempo real por medio de
internet y de las redes sociales, que nos resulta imposible estar al tanto de
las noticias cotidianas por el exceso de las mismas.
Somos
personas consideradas jóvenes cuando en la generación anterior –la de nuestros padres-,
a los cincuenta años se consideraban viejos. Vamos a vivir en promedio de cerca
de veinte años más que nuestros padres, pero….Pero tenemos tal vez un problema
aun mayor que ellos; y es que con esos pocos más de cincuenta años ya no
contamos como protagonistas de nuestra sociedad.
Jóvenes,
más jóvenes, más sanos, más longevos, pero menos necesarios para nuestros hijos
y nietos, de lo que fueron nuestros padres para nosotros.
Yo soy un
apasionado defensor de los jóvenes, y creo que son ellos, lo que hoy tienen
cuarenta, treinta y veinte años los que deciden y están obligados a decidir cómo
seguir adelante para tratar de lograr un mundo mejor. Es por este pensamiento
que yo creo que, salvando las excepciones, todos aquellos que tenemos más de
cincuenta años tendríamos que estar dedicados a disfrutar de la vida y poder
ayudar y asesorar a los jóvenes bien formados e independientes que ya
descubrieron las miserias sociales que nuestra generación hipócrita y tan
manipulada se encargó de afianzar bajo discursos absurdos e insensatos donde
repetimos sin parar, y sin comprender su significado, la palabra LIBERTAD.
Llegar a
entender tantas cosas importantes con más de medio siglo de vida sobre la
espalda, te obliga a ser crítico de todo aquello que durante años parecía ser
el ideal de cualquier persona.
Si cada
uno de nosotros hoy pudiéramos hablarnos de frente a un espejo, con sinceridad
total, estaríamos cuestionando nuestro propio existir.
Creo que
la solución a muchos de los problemas que hoy existen, y que no logramos dar
solución, pasa por admitir que todos aquellos con más de cincuenta años estamos
obligados a pasar a un sistema de vida donde no podamos decidir, sobre
cuestiones que afectan al colectivo social. Pasar a ser espectadores de lujo
con licencia para vivir libremente, pero con el límite a no poder dirigir ni
decidir sobre lo que no fuimos capaces de mejorar, sino más bien de empeorar.
Valentín
Temes Coto.
PUBLICACIÓN COPIADA DEL ESCRITO DE VALENTIN.
Lolo Temes Coto.
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