martes, 6 de diciembre de 2016

EQUILIBRIOS.

        Todas las personas tenemos límites para lograr controlar nuestras emociones, y  por lo tanto nuestras reacciones ante las circunstancias del caso.
        Algunas pueden no mostrar el más  mínimo signo de reacción o de pesar ante imágenes crueles de personas trágicamente fallecidas; pero se afligen y quiebran emocionalmente cuando ven un perro o un gato lastimado.
        Escuchar una canción o ver una película de cine determinada, nos puede producir una emoción más profunda que el reencuentro con tal y cual persona o familiar.
        Cada uno de nosotros reaccionamos de forma diferente ante los diversos estímulos que se nos presentan diariamente.
        Y como siempre ocurre en la vida, el que logra manejar equilibradamente sus reacciones, será el que consiga tener una mayor estabilidad emocional, y por lo tanto una mejor calidad de vida.
        En la cárcel se convive con una gran diversidad de personas que mayoritariamente tenemos “desajustados” los límites para encuadrar equilibradamente nuestras reacciones. Y no crean que solo me refiero a lo vinculado con la violencia, ya que esta cuestión específica está directamente producida por la falta de la libertad, por el encierro que va comiendo la calma y generando la desesperación ante la impotencia del cruel encierro.
        Es por ello que la cárcel jamás tendrá ningún efecto sanador o positivo para tratar de recuperar para la sociedad a un individuo que fue encarcelado, tanto de acuerdo a la Ley como por  fuera de esa misma Ley.
        Jamás existirá un preso que esté de acuerdo con su situación porque siempre comparará su caso con otros que le darán argumentos de injusticia cometida.
        Los equilibrios mentales se van desajustando de forma clara al estar viviendo dentro de un penal, y de acuerdo a todo un sistema de convivencia poco personalizado y si muy generalizado donde las personas recluidas pasamos a ser considerados objetos.
        Tal vez uno puede llegar a valorar como positiva la situación de estar preso, cuando se consigue poder analizar con imparcialidad y frialdad absoluta, la evolución propia del control emocional. Es así, de esta manera como se puede llegar a generar un blindaje altamente efectivo para poder soportar la privación ilegal de la libertad –como es mi caso-, o las miserables acciones de las personas que están fuera de los muros de la cárcel, y que cada día generan con sus acciones delictivas más cárceles, más muros, más muertos y menos equilibrios.
        Posiblemente cuando uno recupere la libertad, tendrá que volver a ajustar los límites de tolerancia ante tanta hipocresía y falsedad humana. Imagino que será necesario dotarse de anticuerpos y prácticas cotidianas de vida que logren mantenerte sin ser contagiado por esa mayoría enferma de la sociedad que no tiene límites racionales en su mente, aun cuando muchos creen todo lo contrario.

        Valentin Temes Coto.

LITERAL COPIA DEL ESCRITO DE VALENTIN.
Lolo Temes Coto.

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