Todas las personas tenemos límites para lograr
controlar nuestras emociones, y por lo
tanto nuestras reacciones ante las circunstancias del caso.
Algunas
pueden no mostrar el más mínimo signo de
reacción o de pesar ante imágenes crueles de personas trágicamente fallecidas;
pero se afligen y quiebran emocionalmente cuando ven un perro o un gato
lastimado.
Escuchar
una canción o ver una película de cine determinada, nos puede producir una
emoción más profunda que el reencuentro con tal y cual persona o familiar.
Cada uno
de nosotros reaccionamos de forma diferente ante los diversos estímulos que se
nos presentan diariamente.
Y como
siempre ocurre en la vida, el que logra manejar equilibradamente sus
reacciones, será el que consiga tener una mayor estabilidad emocional, y por lo
tanto una mejor calidad de vida.
En la
cárcel se convive con una gran diversidad de personas que mayoritariamente
tenemos “desajustados” los límites para encuadrar equilibradamente nuestras
reacciones. Y no crean que solo me refiero a lo vinculado con la violencia, ya
que esta cuestión específica está directamente producida por la falta de la
libertad, por el encierro que va comiendo la calma y generando la desesperación
ante la impotencia del cruel encierro.
Es por
ello que la cárcel jamás tendrá ningún efecto sanador o positivo para tratar de
recuperar para la sociedad a un individuo que fue encarcelado, tanto de acuerdo
a la Ley como por fuera de esa misma
Ley.
Jamás
existirá un preso que esté de acuerdo con su situación porque siempre comparará
su caso con otros que le darán argumentos de injusticia cometida.
Los
equilibrios mentales se van desajustando de forma clara al estar viviendo
dentro de un penal, y de acuerdo a todo un sistema de convivencia poco
personalizado y si muy generalizado donde las personas recluidas pasamos a ser
considerados objetos.
Tal vez
uno puede llegar a valorar como positiva la situación de estar preso, cuando se
consigue poder analizar con imparcialidad y frialdad absoluta, la evolución
propia del control emocional. Es así, de esta manera como se puede llegar a
generar un blindaje altamente efectivo para poder soportar la privación ilegal
de la libertad –como es mi caso-, o las miserables acciones de las personas que
están fuera de los muros de la cárcel, y que cada día generan con sus acciones
delictivas más cárceles, más muros, más muertos y menos equilibrios.
Posiblemente
cuando uno recupere la libertad, tendrá que volver a ajustar los límites de
tolerancia ante tanta hipocresía y falsedad humana. Imagino que será necesario
dotarse de anticuerpos y prácticas cotidianas de vida que logren mantenerte sin
ser contagiado por esa mayoría enferma de la sociedad que no tiene límites racionales
en su mente, aun cuando muchos creen todo lo contrario.
Valentin
Temes Coto.
LITERAL COPIA DEL ESCRITO DE VALENTIN.
Lolo Temes Coto.
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