¿Podemos ser
capaces de entender lo que significa para todos nosotros los humanos la palabra
libertad?
NO. La respuesta
categórica y concreta es NO.
Aunque todos
formamos parte de una misma sociedad, -me refiero a la sociedad occidental- somos
tan distintos entre nosotros, y tenemos tan dispares tipos de vida, que no
resulta posible encontrar a dos personas que coincidamos en nuestras
valoraciones sobre la libertad.
Por supuesto que
la inmensa mayoría quiere ser libre, y cree incluso que es una persona libre.
Cierto que prácticamente todos creemos, y manifestamos que la libertad es uno
de los principales derechos del hombre.
Pero nos
encontramos con un problema muy grande, cuando tenemos que “autorizar” a
ciertos miembros de nuestra sociedad a poder decidir a su libre albedrío quien
puede y quien no puede ser libre. Esos que tienen el privilegio y
responsabilidad enorme de poder decidir sobre la libertad de un semejante,
están obligados a decidir de acuerdo a una serie de normas y ordenanzas que se
llaman leyes. Estos seres “casi superiores” por el estatus que le entregamos, tendrían
que reunir una serie de condiciones de idoneidad especiales para tan grande
responsabilidad.
Esas personas
tan destacadas socialmente, ¿Resultan idóneas para sus cargos? ¿Son controladas
a lo largo de sus años de profesión? ¿Se someten a pericias psicológicas que
permitan conocer su estado mental durante su ejercicio de poder?
Esta nota, con
estas preguntas que tantas y tantas veces yo me hago, vienen a cuento al leer
los diarios de hoy con las noticias que hacen a un juez que fue condenado a
seis años por haber cobrado un dinero y haber dejado en libertad a un
narcotraficante –que fue quien lo denuncio- con numerosas causas y condenas
pendientes (está prófugo). Otra noticia trata de otro juez también procesado por
cuestiones similares al anterior ya condenado, y donde los fiscales piden su
detención –previo a perder los fueros de privilegio- para que no entorpezca las investigaciones ni se dé a
la fuga….
Aparte de esas
dos noticias, es que obligadamente pienso en la causa “Manzanas Blancas” y en
los más de quince magistrados denunciados penalmente por una o varias acciones
delictivas cometidas, donde la mayoría practicaron el prevaricato con el
encubrimiento a sabiendas de los colegas involucrados en el armado y fraguado
de una causa internacional de narcotráfico. Y cuando uno piensa en jueces y
fiscales corruptos que aceptan dinero y otros para conceder o denegar la
libertad de tal o cual persona, solo puede –podemos todos los demás- sentir el
máximo desprecio, tanto por el juez condenado a seis años (como ejemplo lo
pongo), como por los jueces que solo le dieron esa pena después de encontrarlo
culpable….
Fíjense ustedes
que la pena dictada a ese juez corrupto es similar que las que se dictan a
simples “mulas” que por necesidad de vida se arriesgan a llevar en su estómago
medio o un kilo de cocaína. Cocaína que el narcotraficante liberado por el juez
seguirá suministrando al mercado……
¿Se entiende por
qué no podemos pensar de igual manera unos y otros sobre la libertad?
Valentín Temes
Coto.
ES COPIA LITERAL DEL ESCRITO DE VALENTIN.
Lolo Temes Coto.
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