miércoles, 8 de marzo de 2017

OTRO TRISTE CASO REAL.

23/febrero/2017

         Un hombre con 53 años, está pendiente de ir a juicio en los primeros días de marzo, acusado de homicidio simple ocurrido cerca de un año atrás.
         Una situación cotidiana, donde un partido de futbol por TV en un bar, con exceso de cervezas y de expresiones fanáticas terminaron en una tragedia para dos personas: la víctima y el victimario.
         Los dos fueron inconscientes protagonistas del peor momento de sus vidas.
         Hoy uno está muerto y el otro enfrenta la tortura de su propia conciencia, mientras pasa sus días en esta cárcel argentina que nos encierra sin tregua ni descanso.
         Después de haber sido engañado por su primer defensor particular; tanto este hombre como su familia, decidieron encomendarse a los servicios profesionales de la Defensoría Pública. Y es así como a menos de diez días para ir a juicio oral, y enfrentar una condena que va de ocho a veinticinco años, se encuentra con la renuncia del abogado oficial designado, y la incorporación de otro que desconoce el expediente en su totalidad….
         Tanto el primer defensor privado, como el oficial, no presentaron en la causa absolutamente ningún descargo; y tampoco consideraron oportuno que el imputado prestara declaración indagatoria, y pudiese así dar su versión de los hechos, que distan totalmente del relato de acusaciones de la querella y la fiscalía.
         Yo hoy no pretendo analizar en esta nota las circunstancias ni los hechos ocurridos. Tal vez resulte materia para otra nota, donde se pueda tratar de entender que en ocasiones una muerte violenta no es más que el desenlace fatal sellado en la mala fortuna de la víctima y el victimario.
         Pero quiero llamar la atención del pensar y del actuar de los funcionarios judiciales que representan a la Defensoría Oficial. Son funcionarios que sin tener en cuenta las consecuencias de su modo de actuar en defensa de una persona acusada de homicidio; pero que tiene el derecho innegable de ser defendido con dedicación y acierto; queda en la más absoluta indefensión, porque desde la primera foja del expediente hasta la renuncia y cambio del defensor oficial, no existe un escrito que cuide los intereses del imputado.
         Volvemos a encontrarnos con un caso comparable a los que llenaron libros, cuando era la Santa Inquisición la que conducía los juicios de los ciudadanos comunes.
         El imputado y su familia fueron estafados económicamente por un abogado particular que solo se preocupó de cobrar un dinero sin presentar defensa en el expediente. Más tarde fueron también estafados procesalmente por la desidia mostrada por el equipo de la Defensoría Oficial, que cobran importantes remuneraciones del Estado sin rendir cuentas de su dedicación y accionar en pro del ciudadano imputado.
         El Sistema Judicial siempre encuentra solución a sus errores y a sus horrores entregando el presente y el futuro de muchos a sus resoluciones arbitrarias, nulas, ilegales, infundadas, o algunas acertadas que les permiten seguir manteniendo su innoble e injusto PODER.
         Valentin Temes Coto.

         
ESTA COPIADO DEL ESCRITO HECHO POR VALENTIN
Lolo Temes Coto.

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