Son muy escasas las informaciones que
presentan datos sobre la cantidad y circunstancias de las muertes que se
producen en las cárceles federales y provinciales argentinas.
Las autoridades penitenciarias junto a los políticos de
turno son reacias a informar con claridad sobre los fallecimientos; y también
en lo que refiere a enfermedades, que según el lugar y la época del año suelen
ser epidemias también silenciadas por todos.
Jueces, fiscales, penitenciarios, abogados, políticos y
periodistas, guardan silencio sobre la violencia mortal carcelaria, la
violencia psicológica y la sanidad nefasta con la que los presos somos tratados.
Presos y familiares vivimos despreciados por una parte de la
sociedad que excluye personas consideradas escoria, y que no suponen un
colectivo que puedan tener importancia a la hora de votar y menos al momento de
poder denuncias y manifestar una estigmatización que se fija desde que ingresas
en la cárcel.
Puedo asegurar con total conocimiento de causa, que son
muchos los presos que jamás podrán ser recuperados para reintegrarse a una
sociedad ordenada. También pienso que las familias de esos muchos presos
irrecuperables, no tienen más opción que considerar las cárceles como parte de
la vida común de tres generaciones.
Pero también tengo en claro que la mayoría de los presos y
sus familias, somos gentes sanas que el propio sistema encasilla y encierra
despreciando las opciones que la propia sociedad tendría que ofrecer, a
personas que muchas veces son víctimas del Sistema. El mismo Sistema que discrimina
y decide al mismo tiempo quienes son los excluidos de cada momento.
En Argentina al igual que en otros lugares, las
Instituciones no son respetadas ni valoradas como corresponde; mientras unos
pocos las utilizan para beneficio propio, sin dudar ni un segundo en
utilizarlas para conseguir un estatus de poder permanente.
Es una clara manipulación social la que implica a los presos
junto a sus familias. El desprecio y el abuso social con el que se destrata a unos
y otros, supone un continuo abuso y ofensa que deja al descubierto el alto
grado de cinismo e hipocresía de la gran mayoría que tuerce la cara, cierra la
boca y tapa los oídos para no verse implicada directamente en uno de los más
extendidos problemas sociales del s. XXI.
La más grande diferencia entre la mayor parte de ustedes que
están fuera de la cárcel, y la mayor parte de nosotros que estamos presos,
radica en que ustedes están condenados de por vida a la “privación voluntaria
de su libertad” para vivir, pensar y decidir.
Valentin Temes Coto.
ES COPIA DE LA NOTA ESCRITA POR VALENTIN
Lolo Temes Coto.
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