martes, 14 de marzo de 2017

UNA CONCLUSIÓN MÁS.

        Son muy escasas las informaciones que presentan datos sobre la cantidad y circunstancias de las muertes que se producen en las cárceles federales y provinciales argentinas.
         Las autoridades penitenciarias junto a los políticos de turno son reacias a informar con claridad sobre los fallecimientos; y también en lo que refiere a enfermedades, que según el lugar y la época del año suelen ser epidemias también silenciadas por todos.
         Jueces, fiscales, penitenciarios, abogados, políticos y periodistas, guardan silencio sobre la violencia mortal carcelaria, la violencia psicológica y la sanidad nefasta con la que los presos somos tratados.
         Presos y familiares vivimos despreciados por una parte de la sociedad que excluye personas consideradas escoria, y que no suponen un colectivo que puedan tener importancia a la hora de votar y menos al momento de poder denuncias y manifestar una estigmatización que se fija desde que ingresas en la cárcel.
         Puedo asegurar con total conocimiento de causa, que son muchos los presos que jamás podrán ser recuperados para reintegrarse a una sociedad ordenada. También pienso que las familias de esos muchos presos irrecuperables, no tienen más opción que considerar las cárceles como parte de la vida común de tres generaciones.
         Pero también tengo en claro que la mayoría de los presos y sus familias, somos gentes sanas que el propio sistema encasilla y encierra despreciando las opciones que la propia sociedad tendría que ofrecer, a personas que muchas veces son víctimas del Sistema. El mismo Sistema que discrimina y decide al mismo tiempo quienes son los excluidos de cada momento.
         En Argentina al igual que en otros lugares, las Instituciones no son respetadas ni valoradas como corresponde; mientras unos pocos las utilizan para beneficio propio, sin dudar ni un segundo en utilizarlas para conseguir un estatus de poder permanente.
         Es una clara manipulación social la que implica a los presos junto a sus familias. El desprecio y el abuso social con el que se destrata a unos y otros, supone un continuo abuso y ofensa que deja al descubierto el alto grado de cinismo e hipocresía de la gran mayoría que tuerce la cara, cierra la boca y tapa los oídos para no verse implicada directamente en uno de los más extendidos problemas sociales del s. XXI.
         La más grande diferencia entre la mayor parte de ustedes que están fuera de la cárcel, y la mayor parte de nosotros que estamos presos, radica en que ustedes están condenados de por vida a la “privación voluntaria de su libertad” para vivir, pensar y decidir.
         Valentin Temes Coto.

ES COPIA DE LA NOTA ESCRITA POR VALENTIN
Lolo Temes Coto.

         

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