sábado, 18 de marzo de 2017

EQUILIBRIOS.

        Me dijo un día un amigo que no me hablaba en la calle porque él era tímido. Con el tiempo descubrí que ese muchacho -por aquella época hace ya más de treinta años-, no era tímido, sino estúpido. Lo que el calificaba de timidez, era realmente la manifestación de una personalidad retorcida y acomplejada que se correspondía con el ambiente familiar marcado por una alta y profunda creencia religiosa.
        Aquel muchacho fue víctima de sus padres, tíos y abuelos, sin haber jamás entendido quien realmente era el como persona. Hoy desconozco cuál es el estado como persona de aquel muchacho, que quería ser mi amigo sin hablarme cuando nos cruzabamos por las calles de su pueblo.
        Tomando como ejemplo el caso aquí presentado, con historia de hace treinta años; nos podemos situar sin dificultad ante una realidad que marca la personalidad de muchos de nosotros.
        Todo en exceso resulta malo; desde el agua a la leche, y pasando también por la familia y la religión.
        Nace un niño, y es obligación de sus padres criarlo y educarlo para que llegue a ser mejor persona que sus progenitores. Y eso se consigue con libertad…Pero fundamentalmente es necesario ser equilibrado sin aplicar extremos en ninguno de los múltiples factores que hacen a la crianza. Es aquí donde nos encontramos con la mayor de nuestras dificultades como especie.: SER EQUILIBRADOS.
        Todos los grandes fracasos de la Humanidad están marcados por la falta de equilibrio y, el exceso de extremismo que aplicamos a gran parte de nuestras decisiones y acciones.
        La intolerancia llevada al límite supone un caos de incalculables creencias. Pero esa misma intolerancia de forma equilibrada, da como resultado el orden y el respeto entre unos y otros.
        Incluso el egoísmo y la envidia en su justa medida llegan a generar beneficios para todos. Mientras que cuando la envidia y el egoísmo suponen nuestros principios de vida, pasamos a convertirnos en la especie más destructora y malvada de la Humanidad, que nada guarda de humanidad.
        Ante este panorama solo se me ocurre pensar que tanto aquel “amigo mío”, como yo y tantos otros no logramos ser equilibrados durante la mayor parte de los más de cincuenta años que estamos pegándonos golpes en la que llamamos VIDA.
        Posiblemente encuentre en esta nota, el más fino equilibrio posible para poder con mis grandes limitaciones intelectuales, pedir disculpas, cerrar los ojos y firmar la nota para el Blog.
        Valentín Temes Coto.

ESTA NOTA ESTA COPIA DE LA ESCRITA POR VALENTIN.
Lolo Temes Coto.

        

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