Estamos a principios
del siglo XXI, y vivimos en una sociedad híper conectada en tiempo real.
En la mayor parte de los ámbitos en que
participamos, todo se realiza de forma rápida y sencilla. Cuando entramos en un
supermercado podemos comprar una gran variedad de productos en unos pocos
minutos; inclusive estamos capacitados para hacerlo desde nuestra casa por
medio de aplicaciones informáticas instaladas en celulares o computadoras. De
forma similar ocurre con la compra, alquiler o visitas en la mayoría de los
servicios y bienes que demandamos.
Pero cuando un
ciudadano se ve obligado a depender del Sistema Judicial, en cualquiera de las
posibles condiciones de imputado, querellante o testigo; pasa a quedar
dependiente durante incalculable tiempo de la ineficiencia y de la burocracia
con que aun hoy en el siglo XXI continua estancado el mencionado y criticado
Sistema Judicial. Cualquier trámite por sencillo que pueda ser, y poniendo como
ejemplo el acceder a sacar fotocopias de un expediente, se extiende a días o
semanas, y obliga a determinados horarios de muy corto espacio que limitan y
obligan a las partes, a los usuarios del Sistema Judicial, a transitar cansinamente
un día tras otro los diversos edificios judiciales.
Millones de
expedientes con miles de millones de hojas se archivan después de haber estado
durante años dando vueltas por juzgado y fiscalías, sin haber sido realmente
revisados y menos aun desarrollados como corresponde por las personas que
decidieron en esos mismos expedientes imputar, condenar o absolver a personas
obligadas a depender del mal funcionamiento del Sistema Judicial.
Tomando el
simple ejemplo de un supermercado, me gustaría ver la reacción de cualquiera de
los magistrados que después de haber realizado la compra y elegido sus
productos, se viesen obligados a esperar por la entrega de esas mercaderías semanas,
meses o años esperando explicaciones a las demoras injustificadas…..
No es solo el
Sistema Judicial el que está obsoleto en su funcionamiento, o fuertemente
salpicado por la corrupción de una parte importante de sus miembros. Pero sin
duda alguna, y con evidencias escritas y filmadas, se puede asegurar que el
Sistema Judicial continúa anclado al pasado. A un pasado poco o nada
transparente donde los protagonistas con cargo de funcionarios encubren y protegen
a “colegas” o a “clientes”, según al caso y el momento.
Encuestas e
investigaciones periodísticas dan cuenta de la opinión negativa que tiene la
mayor parte de la sociedad sobre el Sistema Judicial. Pero esta opinión
generalizada se ve silenciada por políticos (Poder Ejecutivo) que dependen en
su día a día del “correcto funcionamiento” -según sus intereses- de jueces y
allegados que confirmen sus políticas del momento.
Así las cosas, y
desde mi punto de vista en particular solo me queda la triste resignación de
que no podremos lograr cambiar un Sistema Judicial que desde sus origines es
oscuro, taimado y corrupto. Solo queda la satisfacción de poder denunciar
dentro del propio Sistema Judicial, y públicamente también las reiteradas y
diversas acciones de corrupción y natural arbitrariedad que durante seis años
venimos padeciendo, sin encontrar lamentablemente al “paladín” que haga de
nuestra causa una bandera.
Valentín Temes Coto.
COPIADO LITERALMENTE DEL ESCRITO DE VALENTIN.
Lolo Temes Coto.
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