Resulta posible poder
entender cuestiones que si uno no llega a estar preso sería imposible.
Una persona en libertad no
alcanza a comprender cuál es el verdadero y real valor de poder decidir libremente
lo que quiere y desea hacer en cada momento.
Aquí, en este lugar inhóspito,
insufrible y cruel las personas se van convirtiendo en seres insensibles e
inhumanos. El egoísmo se hace hábito, y el resentimiento daña las sensaciones
que cada uno de nosotros llevamos archivadas en nuestro cerebro.
No tengo ninguna duda cuando digo
y repito mil veces que todos los que pasamos por esta terrible experiencia de
estar preso, sufrimos daños físicos y psíquicos irreversibles aun por más
cuidados y atenciones que tanto nuestros seres queridos como nosotros mismos
podamos presentar.
Las lecciones y enseñanzas
positivas que se pueden lograr en la cárcel no son más que justificaciones
propias de presos y funcionarios para llegar a encontrar una lógica o razón, a
lo que no existe realmente.
Reitero aquí en esta nota lo que
ya muchas veces escribí, asegurando la inutilidad social que representa el
sistema carcelario. Y cuando sido esto, quiero destacar que si uno valora la
cárcel como método de castigo, realmente es un gran castigo. Pero si queremos
ver la cárcel como un lugar donde se pueden llegar a recuperar personas para la
sociedad, estamos completamente errados.
Cuando uno ve y habla con una persona
que ingresa por primera vez en una cárcel, se da cuenta inmediatamente de la
situación de descalabro anímico en la que se encuentra desde el primer momento
esa persona.
El desconocimiento profundo y
casi absoluto que tiene la sociedad en su conjunto acerca de lo que es y
significa la cárcel; incluyendo lo que refiere a jueces y fiscales nos lleva a
la utilización indiscriminada del uso y abuso de la propia cárcel como medio de
castigo, de presión y también –y más penoso- como redención para el individuo.
Y todos estos cuestionamientos se
multiplican de forma indefinida cuando precisamente son jueces y fiscales los
que tienen la potestad de encarcelar a otros individuos, sin poder ser
considerados todos iguales ante la Ley…. Es decir, que con las mismas leyes
para todos los individuos, las aplicaciones son totalmente diferentes para unos
u otros; y partiendo de la base que solo unos pocos pueden decidir sobre la
encarcelación de la gran mayoría.
Esos pocos que tienen el poder y
la inmensa responsabilidad de decidir sobre la libertad de sus prójimos, suelen
estar incapacitados mentalmente, y también moralmente para realizar sus
responsabilidades. Creo poder garantizar –por mi experiencia- que sería mínimo
el porcentaje de magistrados que pudiesen pasar un control de idoneidad para el
cargo, después de haber sido nombrados con más de un año en el puesto.
¿Por qué?
Porque es el propio Sistema el
que los convierte en nefastos personajes de nuestra Sociedad.
Valentín Temes
Coto.
ES COPIA LITERAL DE LO ESCRITO POR VALENTIN
Lolo Temes Coto.
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