Hace unas
semanas un interno con cerca de 60 años, y próximo a conseguir la libertad después
de haber cumplido una condena corta, fue asesinado
en una unidad del Servicio Penitenciario en La Pampa.
El hombre jamás
había estado preso, era de esos a los que nos llaman primarios, y que en
principio no deberían estar conviviendo con internos peligrosos o reincidentes
que normalmente abusan y “aprietan” para conseguir dinero proveniente de las
familias o ropa, zapatillas o comida que los primarios son obligados a entregar.
Jorge fue la víctima,
una más, del Sistema Judicial y del Sistema Penitenciario. El juez se ampara en
el penitenciario, y el penitenciario en los presos.
S.S.,
cualquiera, el de turno dirá que el Servicio Penitenciario es responsable de la
seguridad de Jorge y de cualquier otro que mañana podamos estar en su lugar.
El Servicio
Penitenciario dirá que Jorge se vio envuelto en una riña o pelea –que no existió
realmente- y que ellos actuaron evitando que pudiese haber más víctimas.
También podrían haber presentado el caso como un suicidio, algo habitual en los
informes para tapar la violencia que reina en la mayoría de las cárceles.
La vida de Jorge
tiene valor cero, tanto para el juez que desconoce la realidad carcelaria de su
reo, como para los responsables del Servicio Penitenciario que consideran algo
habitual y propio del día a día, que un preso o “paquete” pierda la vida.
Cada día que
pasa tengo mayor convencimiento de que aquellos tribunales de la Santa Inquisición
con sus carcelarios como siervos, son muy similares a la realidad actual del Sistema
Judicial y del Servicio Penitenciario.
Desconozco como
y quienes son los familiares del Jorge, ya que yo solo coincidí con él unas
cuantas veces en los pasillos y en la entrega semanal de la cantina. Pero sé
por comentarios de los internos excompañeros de Jorge, que tardaron días en tener
conocimiento del asesinato de este hombre; y también de las dificultades para
poder hacerse con el cuerpo del difunto. Todo es complejo y burocrático en este
mundo judicial y carcelario.
Me pregunto yo
también, donde están los medios de comunicación que no se hacen eco de estas
noticias sobre muertos en las cárceles y juzgados argentinos.
Una muerte por
nada. Por unas tarjetas de teléfono, unas zapatillas, unas camperas,…..
Extorsión,
amenazas, robos. Violencia sin límite que todos conocen y que todos ignoran.
Jueces, abogados
y penitenciarios que permiten que sea la violencia la que haga su trabajo de
cuidar, vigilar y reinsertar a las personas ya próximas a la libertad.
Hipocresía,
desidia, corrupción, ineficacia, indiferencia y miseria humana conforman la
mayoría de lo que hace al submundo judicial y penitenciario.
¿El siguiente?
Valentín Temes Coto.
ESTA COPIADO DE LO ESCRITO POR VALENTIN.
Lolo Temes Coto.