martes, 19 de abril de 2016

DESCONFIANZA EN EL PODER JUDICIAL.

Hola.

Esta mañana regresando del Edificio de Comodoro Py, me hice una reflexión en cuanto a la nada, inexistente y nula credibilidad que tiene la justicia de Argentina dentro del mismisimo poder judicial en las personas que de verdad son las que trabajan en los expedientes, o sea, aquellas personas empleados/as que ganan unos mangos para ir viviendo el día a día, mientras sus superiores ganan bien y encima reciben “dádivas”.

Pues bien, en mi peregrinar desde hace tiempo por los edificios judiciales y otras dependencias oficiales, vengo escuchando reiteradamente la opinión de acudir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para que de alguna manera podamos conseguir justicia, y así de claro me dicen.

En mis visitas a Valentín, coincido con varios profesionales penalistas que también visitan a otros internos –y como esta causa es muy conocida- igualmente me indican acudir a la Corte Interamericana, lo que ratifica asimismo el deterioro escéptico a que llegó el poder judicial en Argentina, pues si los nacionales tienen este concepto, que nos queda a los extranjeros.

Hoy fue la gota que colmó el vaso en Comodoro Py 2002 –de ahí mi reflexión-, pues escuche de nuevo este mismo consejo de alguien relacionado con el expediente en vía penal, y percibí su comentario de forma sincera.

Con este prólogo, paso a la conclusión que me afloró en la mente como reflexión; veamos.

       Se entiende perfectamente por conocimiento propio, que la justicia verdadera en Argentina no existe, es decir, que solo se aplica cotidianamente la justicia corrupta de los poderosos abusando de los débiles, pues al parecer es de conocimiento general dentro del mismo poder judicial que aparece la verdad cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos actúa y “le tira de las orejas” a los mandatarios de Argentina, y ahí si es cuando hacen lo que antes no quisieron unos y encubrieron otros. ¿Se entiende, verdad?

       Existe otra organización conocida como PROYECTO INOCENTE ARGENTINA, que tiene como finalidad precisamente el revisar las sentencias firmes que los afectados denuncian como irregulares. Otra demostración evidente de cómo funcionan los administradores judiciales en este País.

       Por mi parte, ya hay contacto con ambas instituciones, si bien Valentín no tiene sentencia firme a día de hoy; firmeza que nunca podrá confirmarse por las denuncias penales en trámite desde hace casi cinco años y, las nuevas que venimos presentando una y otra vez, pero los juzgados federales las demoran sistemáticamente porque los imputados son sus propios colegas de la familia judicial. 

       Es un circulo vicioso, Valentin esta a disposición del Tribunal Oral Penal Económico nº 3, que a su vez sus integrantes -Jueces Perilli, Imas, Losada y el Secretario Re- están imputados en varias querellas de Valentin en Juzgados Federales Criminales y Correccionales.
      
Cuando los afectados apelan a estos dos entes antes mencionados, y logran la finalidad perseguida de su inocencia, la cantidad de años sufridos en cautiverio ya es elevada –cinco, seis, siete, ocho…….años, por comentarios escuchados-, pues aun dependiendo de una revisión de sentencia que la Corte Suprema de Justicia resuelva –y en el supuesto dudoso que resulte satisfactoria justiciablemente-, el tiempo también es de años, puesto que de esta instancia si se conocen casos concretos, e inclusive alguno fue llevado al cine.
      
La Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, tiene conocimiento de todo este actuar nuestro que se encuentra en la vía penal, así como de las Nulidades Absolutas -02/02/2015 y 15/06/2015- que dolosamente dejaron sin tratar el TOPE3 y la Sala II de Casación. Por ende, sin resolver estas dos presentaciones y con las querellas penales en pleno trámite, la Corte Suprema no puede dejar firme la sentencia que está recurrida en tiempo y forma desde el día 08 de Marzo de 2016.

¿Cómo se puede normalizar esta situación de desamparo?

Es la gran duda, y ahí queda en el aire flotando esta incertidumbre.


Lolo Temes Coto.

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