viernes, 6 de enero de 2017

TENIS, GOLF Y CÁRCEL.

        El tenis, el golf y la cárcel tienen algo en común; y es que para triunfar y sobrevivir en ellos, es necesario tener una gran fortaleza mental.
        Cuando uno va a impactar con la raqueta en esa bola de tenis, tenemos que ser precisos, y tener la mente puesta en ese impacto, en cómo hacerlo, que dirección, que efecto, y que potencia aplicar en la ejecución. La mente tiene que poder elegir en segundos las decisiones correctas para asegurar el buen camino para ganar.
        En el golf de manera aún más cruel que el  tenis, estamos compitiendo contra nosotros mismos; y tenemos que tener la confianza mental necesaria para dar cada golpe con la precisión máxima y la potencia justa que nos permita llevar la bola al hoyo. La mente tiene que estar totalmente conectada con el cuerpo y con nuestros sentidos para ejecutar con suma perfección cada golpe.
        Y en la cárcel es necesario tener la mente en constante estado de atención y alerta para poder vivir de la forma más sana posible en medio de la privación de la libertad de personas que están obligadas a compartir una violencia siempre reprimida, una angustia muchas veces mal disimulada, y una resentimiento que genera gran dolor.
        Ser capaz de comprender, aconsejar, dirigir, contener, perdonar, o simplemente escuchar a muchas de las más variadas personalidades que van pasando por un pabellón de la cárcel donde uno permanece por ya cerca de seis años, es algo que requiere un complejo y completo esfuerzo mental durante cada día, de cada mes y cada año de confinamiento.
        Por momentos, que suelen ser cuando uno se retira en la intimidad de la propia celda, se llena la mente con dudas y sombras que generan el agotamiento fruto del esfuerzo de tener que estar en ese estado de alerta máxima que implica la convivencia cotidiana en la cárcel. Una convivencia que también refiere a uno mismo, ya que el primero en revelarse y manifestarse intransigente con el estado de privación de la libertad, es uno. Soy yo el que me enfrento a mi otro  yo reclamando mi injusta situación. Soy yo el que reniego todos los días de mí  obligadas disciplinas de supervivencia. Yo, y solo yo soy el primero en auto atacarme con cada una de las cotidianas y absurdas situaciones, que más tarde tengo que hacerle entender a otros hombres que sufren y padecen de igual manera que yo, pero con menos medios para poder entender que cada uno de nosotros estamos obligados a fortalecer nuestra mente para no enfermar ni morir en esta cárcel.
        Tal vez resulte curiosamente alejado de lo real, que el tenis, el golf y la cárcel puedan tener toda esta connotación tan profunda y fundamental. Pero les puedo asegurar que todo este tipo de aplicaciones y vinculaciones mentales permiten que un preso leyendo o escuchando una canción, puede conseguir superar un mal día de presidio, que supone para este hombre un mayor triunfo y satisfacción que ganar un partido de tenis, o completar 18 hoyos de golf para cualquiera de ustedes.

        Valentín Temes Coto

ESTA COPIADO DE LA NOTA ESCRITA POR VALENTÍN.
Lolo Temes Coto

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