viernes, 19 de agosto de 2016

Y APRENDÍ.


         Ahora aprendí algo nuevo sobre las personas. Aprendí que las cosas buenas que haces por los demás suelen ser reconocidas por aquellos que menos deberían de agradecerlo.
         Pero como todos nos pasamos descubriendo y aprendiendo sobre la gente más de media vida, no siento que mi nuevo conocimiento tenga importancia vital para alguien como yo, que ya no confía ni sufre por la mayoría de las personas.
         Así que puestos a aprender, aprendí algo que ya tendría que haber sido materia de primaria en la vida. Se nota que yo siempre viví demasiado de prisa, y no pude entender lo que no me paré a conocer hace muchos años.
         Ahora que ya me puedo considerar “grande”; para no caer en la miseria de creerme viejo; me siento como el adolescente que descubre en su vida su inmensa energía. Y mientras aquel adolescente malgasta esa energía natural, yo convertido en grande, pero con la misma ilusión del chico, descubro y sufro una vez más que la mayoría de las personas olvidan fácilmente y desprecian –aunque no lo reconocen- a los adolescentes impetuosos.
         Mí tardío descubrimiento está resultando de gran valor para mi mente en continuo proceso de aprendizaje, ya que ahora consigo –siendo grande- asimilar de forma positiva lo que en otra hora sería para mí un fracaso doloroso.
         Por lo tanto y ante mi propio asombro, decidí con la última lección ya incluida, que hay que tratar de hacer el bien, aun a resultas de que alguno que se dice amigo o familiar, se “olvide” de los hechos por uno realizados.
         Y esta última semana realicé un test de prácticas sociales, al presentar un conocido a un amigo. Hecha la gestión por vía telefónica, recibo confirmación del acercamiento por un tercero…y como era de esperar, aunque aún puede que me equivoque; los dos nuevos conocidos se olvidaron de mi…..
         Me queda claro que el agradecimiento es directamente proporcional al costo beneficio que se genere.
         Lo maravilloso de ser grande –repito-, es el poder asimilar las lecciones prácticas de la vida, de forma sosegada y positiva.
         Pero queda una pregunta pendiente de respuesta, y mete un poco de susto su existencia.
         ¿Cuál y quien es el límite para aprender sobre las personas?
         Valentín Temes Coto.

COPIADO DEL ESCRITO DE VALENTIN.
Lolo Temes Coto.
        

         

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