Ahora aprendí algo nuevo sobre las
personas. Aprendí que las cosas buenas que haces por los demás suelen ser
reconocidas por aquellos que menos deberían de agradecerlo.
Pero como todos nos pasamos
descubriendo y aprendiendo sobre la gente más de media vida, no siento que mi
nuevo conocimiento tenga importancia vital para alguien como yo, que ya no confía
ni sufre por la mayoría de las personas.
Así que puestos a aprender, aprendí
algo que ya tendría que haber sido materia de primaria en la vida. Se nota que
yo siempre viví demasiado de prisa, y no pude entender lo que no me paré a conocer
hace muchos años.
Ahora que ya me puedo considerar “grande”;
para no caer en la miseria de creerme viejo; me siento como el adolescente que
descubre en su vida su inmensa energía. Y mientras aquel adolescente malgasta
esa energía natural, yo convertido en grande, pero con la misma ilusión del
chico, descubro y sufro una vez más que la mayoría de las personas olvidan fácilmente
y desprecian –aunque no lo reconocen- a los adolescentes impetuosos.
Mí tardío descubrimiento está
resultando de gran valor para mi mente en continuo proceso de aprendizaje, ya
que ahora consigo –siendo grande- asimilar de forma positiva lo que en otra
hora sería para mí un fracaso doloroso.
Por lo tanto y ante mi propio asombro,
decidí con la última lección ya incluida, que hay que tratar de hacer el bien,
aun a resultas de que alguno que se dice amigo o familiar, se “olvide” de los
hechos por uno realizados.
Y esta última semana realicé un test de
prácticas sociales, al presentar un conocido a un amigo. Hecha la gestión por
vía telefónica, recibo confirmación del acercamiento por un tercero…y como era
de esperar, aunque aún puede que me equivoque; los dos nuevos conocidos se
olvidaron de mi…..
Me queda claro que el agradecimiento es
directamente proporcional al costo beneficio que se genere.
Lo maravilloso de ser grande –repito-,
es el poder asimilar las lecciones prácticas de la vida, de forma sosegada y
positiva.
Pero queda una pregunta pendiente de
respuesta, y mete un poco de susto su existencia.
¿Cuál y quien es el límite para
aprender sobre las personas?
Valentín Temes Coto.
COPIADO DEL ESCRITO DE VALENTIN.
Lolo Temes Coto.
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