Hace unas semanas recibí varias comunicaciones de personas
que me preguntaban cómo podía soportar con tanta firmeza y tanta fuerza la
situación que estoy viviendo, al estar privado de libertad.
Una de esas personas es mujer, profesional vinculada al mundo
de la psicología. Y me insistía en lo atípico que le resulta entre otras
cuestiones, el ver que con el paso del tiempo me encuentra cada vez más
fortalecido y lleno de una energía que le resulta sorprendente dadas las
circunstancias del caso… Más de cuatro años preso de forma arbitraria e ilegal,
luchando día a día contra el sistema judicial argentino producen un nivel de
estrés que dificilmente se puede soportar –según sus propios conocimientos-.
Mis respuestas fueron concretas y claras, aunque extensas ya
que al estar comunicado por teléfono los tiempos y los espacios no se ven recortadas.
A las preguntas recibidas se presentan las respuestas que
atienden las dudas y los temores de los que por mi situación se preocupan.
Yo no me canso de repetir que después de haber pasado el
primer año de encierro de forma bastante traumática, mi mente desarrolló un
sistema de defensa y auto fortaleza interior, de la que yo mismo desconocía su
existencia.
Un día mi hija me dijo por teléfono -mientras recordábamos
todos nuestros sufrimientos- que lo que no mata fortalece… Gran verdad que en
mi familia ya está más que demostrada.
Este mismo es lo que ocurre en la cárcel; que si no te
destruye te hace inmensamente más fuerte.
La mente puede hacerte cambiar radicalmente, te puede llevar
a ser una persona completamente distinta de la que uno mismo creía ser antes de
estar preso.
En mis respuestas a esas preguntas, también explico que yo
cuento con la gran ventaja de tener un grupo reducido pero inmensamente fuerte
e incondicional de personas que me apoyan día a día sin descanso ni sosiego.
Estas personas son las que me empujaron a tener la determinación indeclinable
de presentar lucha sin reparos ante las injusticias a las que me veo obligado a
padecer.
No podría yo entender otro desenlace a mi tortura, que no sea
la ABSOLUCIÓN. Nuestra absolución,
que será al mismo tiempo la condena para los corruptos magistrados que seguimos
denunciando ya por más de cuatro años.
No puedo resignar mis derechos ni siquiera ante la tan
deseada LIBERTAD, ya que después de
todos los esfuerzos que junto a mi familia venimos soportando, no podemos
entregar la impunidad a los corruptos que hoy siguen intentando mantenerme
privado de mi libertad a como dé lugar.
Tanto es así que lo hacen despreciando
de forma obscena y vulgar las leyes que los obligan a tener un comportamiento
digno y ejemplar.
También está presente en mis pensamientos la firme idea que
me obliga a continuar todo este litigio tan desigual contra el propio Sistema,
para que pueda servir de ejemplo a muchas otras personas que se ven en
circunstancias similares a las que hoy yo me veo obligado a vivir.
Y no tengo ningún género de dudas cuando repito sin descanso
en mis comentarios, que no pondré fin a esta lucha hasta ver que realmente la
JUSTICIA procese, juzgue y condene por lo menos a la mayoría de esos
magistrados corruptos que se hicieron cargo de la causa Manzanas Blancas, con
el único objetivo de encubrir a los verdaderos responsables de un delito de
narcotráfico, y poder a la vez conseguir un beneficio económico y otro de
prestigio profesional a cuenta de personas inocentes.
Personas inocentes que junto a nuestros seres queridos
llevamos más de cinco años sufriendo todo tipo de abusos, extorsiones,
desprecios, y violaciones que nos afectan en todos los aspectos.
Es de tal magnitud y desigualdad nuestra lucha entablada
contra la corrupción judicial argentina, que nos hace sentirnos cada vez más
fuertes y seguros de poder lograr el triunfo de nuestra justa causa.
Solo dejo sin responder una pregunta que todos me repiten al
finalizar nuestras charlas: ¿Aun crees en la Justicia?...
Soy agnóstico, menos en el amor.
Valentín Temes Coto.
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