miércoles, 29 de julio de 2015

¿NOS CONSIDERAN PERSONAS?

Escrito para Blog; a 20 de julio de 2015.
                               
En muchas ocasiones me hago la misma pregunta:
¿Los jueces, los fiscales, la sociedad… nos consideran personas?

Si uno lee o escucha las declaraciones que tanto los magistrados como los políticos realizan en los medios de comunicación, puede llegar a pensar que estas gentes se preocupan e incluso entienden el problema que supone para una persona el estar privada de su libertad.

También hablan y escriben sobre los sufrimientos de las familias de cada uno de los miles de presos… También creen comprender ese drama añadido para más miles de seres humanos.

La sociedad en su mayoría dice entender lo que ocurre con el problema de un individuo preso, y cuando esa persona se reincorpora a la vida normal, se recibe con los brazos abiertos y se le brindan todo tipo de oportunidades… 

Así está previsto por normas y leyes que dicen ser de cumplimiento real…

Ya puedo decir desde este lugar ingrato donde me encuentro privado ilegalmente de mi libertad, que todas esas manifestaciones orales y escritas, incluso en fallos judiciales y en tratados internacionales, no son más que palabrería para aparentar una realidad que es completamente opuesta a la que USTEDES, los ciudadanos comunes quisieran que fuese cierta.

Marginalidad en todos los sentidos de la palabra. Esto es lo que realmente se le obliga a soportar al preso y a su familia.

No puedo entrar en analizar cuál sería la mejor solución para el problema de la delincuencia. Sería una presuntuosa acción que mi sentido común no me permite realizar. Pero si puedo asegurar con todo el conocimiento de causa, que la primera delincuencia que estamos obligados a erradicar como sociedad es la que hace a los funcionarios judiciales, policiales y demás que están siendo cada día más y más sospechados de sus habituales prácticas de corrupción sin límites.

El resto de la delincuencia no se recupera con encarcelamientos y mucho menos se consigue la reinserción que tanto se presume buscar.

No tengo duda alguna al asegurar, que muchos de los que ingresan presos se convierten en delincuentes habituales, precisamente por todo lo que les toca vivir en su estancia intramuros.

El profundo desconocimiento que tienen de la realidad carcelaria la mayoría de los jueces y resto de funcionarios judiciales en la Argentina es de nivel escandaloso. Sus contadas visitas a las cárceles son anunciadas y guiadas como un día de turismo donde pasan a visitar a “esos otros seres humanos, que probablemente los puedan considerar personas… lejanas personas, otras.”

Todo lo que manifiestan jueces como el que fue entrevistado por el diario 

La Nación (Buenos Aires), en su edición del viernes 17 de julio del 2015, no son más que la representación de un hombre que hace lo contrario de lo que dice y escribe en sus fallos y en sus desarrollos jurídicos.

Un juez que dice públicamente, y sostiene en sus sentencias la defensa de las clases desfavorecidas; pero que cuando se encuentra con gentes de nivel socio económico superior, sus fallos se convierten en un desprecio total por el derecho y lo jurídico que tan profundamente el comprende.

Así las cosas y dejando la identidad de este magistrado para el que quiera buscar nombre en la prensa, solo me queda por plantear en esta nota cual es la diferencia con otro juez que ayer fue protagonista en el diario Perfil (Buenos Aires), y que es de reconocimiento público su corrupto historial…

Siempre uno pensaría que el primero mencionado no tiene la bajeza moral de escandalizar con sus fallos y comportamientos públicos, como si viene haciendo el segundo juez que más veces fue denunciado en el Consejo de la Magistratura en todos los años de la democracia argentina (¿se podrá llamar así?).

La diferencia es clara a mi modo de ver:

El primero es corrupto y perverso por su pensamiento y seguramente motivado por sus complejos y resentimientos, que lo llevan a realizar un papel de justiciero social impropio del siglo XXI. Pero lo hace con suma pulcritud y decoro profesional… ASQUEROSA HIPOCRESIA.

El segundo hace lo que hace por algo muy elemental y básico como es el dinero. Su vida es un verdadero circo de exposición y comportamiento vil, que va más allá de cualquier criterio o ideología. Se esconde en su cargo, en su máxima creencia religiosa, y en su falta total y absoluta de escrúpulos. 

Allegados y conocidos manejan sus tarifas… Está más allá del bien y del mal, ya que su actitud inescrupulosa no evalúa lo uno y lo otro.

Estos bien pueden ser los dos extremos que hoy imperan en la justicia argentina. Saber cuál de los dos es mejor o peor no lo puedo yo asegurar, aunque siendo víctima del primero tal vez yo resulte menos intransigente con este juez que ejerce sus funciones en un tribunal de máximo rango.

Dos jueces, dos estilos diferentes, dos generaciones distintas, dos instancias judiciales, dos hombres sin conciencia ni honestidad.

Estos dos jueces, ¿nos consideran personas?

Valentín Temes Coto.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario