Cada persona quiere de una manera diferente a la otra. Se
quiere como se es, y se siente como se piensa.
Muchos creemos que sabemos querer mejor que otros, o incluso mejor
que la mayoría de nuestros semejantes.
Y todos queremos a alguien con mayor o menor éxito.
También se puede querer no solo a las personas, sino también
a los animales, e incluso a las cosas.
Querer a las cosas suele ser un amor muy satisfactorio, porque
normalmente no se resulta traicionado, como si suele ocurrir con la mayoría de
las personas y con una minoría de los animales.
Por la antes explicado, bien se puede entender que yo creo
que a excepción de unas pocas personas muy cercanas, son las cosas materiales
las que dan la total satisfacción de quererlas así, con amor cierto y calculado
en modo y tiempo.
Con el paso de los años algunos vamos cambiando nuestra forma
de querer, y desde luego quiero pensar que en la mayoría de los casos es para
mejor.
Supongo que yo hoy se querer mucho mejor que años atrás
cuando ese sentimiento solo era presentado en aislados momentos que solían
estar mezclados con estados de ánimo cercanos a la debilidad.
Es de gran satisfacción poder querer sin matices ni
controles, y hacerlo con la pasión y el cálculo real de querer solo a quien
verdaderamente quieres querer… Se llame como se llame, y sea quien sea.
Por ejemplo yo puedo confesar que tengo un gran amor por diez
DVD que me acompañan en mi celda, y que me hacen sentir el privilegio de poder QUERER ASI.
Conozco personas que no tienen la posibilidad de sentir lo
que consideramos tan propio y simple como es querer a alguien.
Una de esas personas que tiene esa terrible incapacidad de
poder querer, a pesar de vivir engañada por sus propias sensaciones, tiene
nombre y rostro de mujer.
Creo que en un tiempo ya más bien cercano le podremos ayudar
a aprender a querer algo tan importante como es la LIBERTAD. Esa misma libertad
que ella robo sin compasión a otros.
Valentín Temes Coto.
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