El miedo es una perturbación angustiosa del ánimo por un
riesgo o daño real o imaginario. Así lo define el Diccionario de la Real
Academia Española.
Infundir miedo desde el poder, para conseguir manejar y
controlar las decisiones de las víctimas, es algo habitual en los tiranos.
Sembrar el miedo en la sociedad, es algo que se puede
advertir a diario en las conductas de gobernantes en muchos países del mundo.
Y también utilizan el MIEDO
los jueces corruptos que conforman el poder judicial argentino.
A estos, le dan venia los abogados –en su mayoría- para que
estos magistrados puedan tener bien asegurado su poder aun a pesar de cometer
todo tipo de ilegalidades e irregularidades, y así perpetuarse en sus puestos
sin correr el riesgo de ser ajusticiados como corresponde en tantos y tantos
casos.
Un amigo mío, alguien al que conozco desde hace años, una
persona que yo aprecio con toda mi alma, está preso y es víctima del MIEDO que los magistrados del TOPE 3
supieron hacerle ver desde su lugar de poder.
Los defensores oficiales tanto del TOPE 3, como los de
CASACION extorsionan a un preso que esta privado ilegalmente de su libertad. Lo
extorsionan al no denunciar a los magistrados que lo encarcelaron primero, y
que continúan manteniendo esa privación ilegal de libertad de este hombre.
Y la víctima, el hombre injustamente detenido, no quiere
denunciar, ni siquiera exigir su excarcelación aludiendo las nulidades absolutas
que dan fe de varios de los delitos cometidos en la instrucción de la causa
desde sus orígenes, por parte de un juez, un fiscal y una secretaria… Son esos
que tantas y tantas veces en este Blog los califique como CORRUPTOS DELINCUENTES.
El miedo que consiguen direccionar a los detenidos es de
fácil aplicación, ya que nosotros indefectiblemente dependemos de sus
decisiones. Y cuando estas decisiones hacen a poder aplicar tal o cual
beneficio, el preso no quiere estar en la situación de conflicto contra esos
jueces.
Es humano tener miedo. Es propio de las personas que estamos
siendo humillados desde hace ya más de cuatro años, el sentir a flor de piel el
miedo a que estos perversos continúen privándonos del bien más preciado para un
ser humano, como es la LIBERTAD.
Mientras mi amigo tiene miedo, y decide esperar confiando en
que de un momento a otro los reclamos que mi defensa presentó tengan el
tratamiento que le corresponde, y que al día de hoy están fuera de cualquier
plazo legal, puesto que ya van más cuatro meses y están sin ser tratadas las
nulidades absolutas que dan por tierra con la causa, y que al mismo tiempo
abren la puerta para que estos magistrados empiecen a dar explicaciones como
imputados de delitos graves, y que solo podrían tener una sentencia de condena,
si es que existe un Tribunal que haga realmente cumplir la Ley en la Argentina…
Decía que mientras mi amigo espera envuelto en el miedo a las represalias de
los jueces corruptos; nosotros insistimos en dar más pelea en busca de justicia.
Cada día trabajamos en reclamar legalmente lo que los magistrados como poder
corporativo tratan de tapar, de silenciar.
El miedo no llega a borrar nuestras denuncias, acallar nuestras palabras y menos aún a
vencer a nuestro espíritu de justicia y libertad.
El MIEDO que
utilizan para dominarnos, será la esencia de las condenas que tendrán que
purgar por el resto de sus vidas, y siempre por el bien de personas como mi
AMIGO, que lo extorsionan con su propia privación de libertad.
Es tan perverso este sistema judicial, que ese miedo a los poderosos, también está
instalado en los trabajadores de niveles inferiores que solo se atreven a
denunciar a los tiranos en charlas de cafés. Es así porque saben cómo actúan
esos jueces y secretarios soberbios y tiranos, que a la mínima los “despachan”
con un expediente que les deja sin porvenir, sin futuro.
Así es como funcionan estos tiranos con cargos de
magistrados, con poder superior a la mayoría de los ciudadanos.
Pero el miedo se termina por vencer cuando la causa es justa
y la perseverancia se implementa como rutina de lucha.
¡Sin miedo seguimos camino a la libertad!
Valentín Temes Coto.
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