La Corte Interamericana, en el caso “Velázquez Rodríguez”,
sostuvo:
“… por graves que puedan ser ciertas acciones y por culpables que
puedan ser los reos de determinados delitos, no cabe admitir que el poder pueda
ejercer sin límite alguno o que el Estado pueda valerse de cualquier
procedimiento para alcanzar sus objetivos, sin sujeción al derecho o a la
moral. Ninguna actividad del Estado puede fundarse sobre el desprecio a la
dignidad humana.”
Lo expuesto en el párrafo anterior encierra tanta gravedad,
que se traduce en un verdadero escándalo jurídico, y un claro menoscabo de las más
elementales garantías con que goza un ciudadano litigante, en un claro abuso de
jurisdicción, y ante la arbitrariedad por omisión de las disposiciones de rango
constitucional brindadas por la COMISION
INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS.
Cualquier persona que siga este Blog y leído algunas de las
notas, denuncias o presentaciones realizadas por nosotros, bien puede entender
a las claras que tanto el Tribunal Penal Económico nº 3 (TOPE 3), como la Sala
II de la Cámara Nacional de Casación Penal, han hecho cuando resolvieron sobre las
cuestiones que afectan a la causa Manzanas Blancas -y sobre todo en lo
referente a mi persona-, una mera burla de los dictados no solo nacionales
–Argentina- sino también de lo que hace al Derecho Internacional, y en concreto
a todo lo que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sostiene.
Quise destacar el párrafo antes destacado y mencionado, para
que podamos tomar conciencia de cuál es el actuar y proceder de todo el cuerpo
de jueces de la República Argentina.
La Argentina está llena de leyes, publicaciones y comentarios
donde se muestran los derechos humanos como algo fundamental a la hora de
presentar la Constitución Nacional, y también el sentimiento mayoritario de la
propia sociedad.
Pero la Argentina también está llena de personas con una
doble y triple moral que dicen una cosa y hacen la contraria. Entre estas
personas están una gran mayoría de los magistrados, que curiosamente están
obligados por juramento a cumplir con las leyes nacionales propias y de sobre manera
las normativas internacionales que se recogen en los tratados firmados por sus
representantes.
El Estado Argentino se burla con total desprecio y descaro de
todos los resortes internacionales que le obligan a cumplir con las
disposiciones acordadas.
Desde el más alto cargo de los tres poderes que componen el
Estado Argentino, se permiten ignorar a su criterio y conveniencia propia
cualquiera de las obligaciones que en otros países resultan de obligado
cumplimiento.
Nunca puede ser casualidad que pasen las cosas que pasan en
esta hermosa tierra. Tampoco se puede responsabilizar a unos pocos que ostentan
cargos políticos de todas las aberraciones que se cometen día a día, y que
llevan al enfrentamiento social de los propios argentinos contra sí mismos.
Valentín Temes Coto.
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