Desde siempre me gusto programar la mayoría de mis cosas a lo
largo de mi vida. También se incluye en esas ansias por el orden, lo que
refiere a mí día a día en la cárcel durante cuatro años.
Y ahora, aunque trato de no hacerlo, para no despertar la
ansiedad que tengo dominada, no puedo evitar caer en mis costumbres y ponerme a
programar mi vida futura en libertad.
Incluso he llegado a desarrollar varias planillas con mis
futuros viajes y proyectos profesionales y personales…
Podría afirmar ante estas reacciones, que aún es muy posible
que pueda volver a ser la misma persona que era antes de aquel fatídico 16 de
junio del 2010.
Pero hoy, primer lunes del mes de marzo de este año 2015, y
mientras me pongo a escribir esta nota, me sobresalto al darme cuenta de que después
de haber vivido la peor experiencia de mi vida, aun vuelva a pensar en seguir
siendo el individuo que hace unos años tenía una vida como la mayoría de las
personas que solo pensábamos en las cuestiones del lujo y del bienestar.
No quiero volver a los errores de antaño, y por lo tanto lo
primero que haré al cerrar este escrito, será el borrar las planillas de
cálculos y programaciones futuras que había diseñado.
Viviré día a día pensando en hoy y en el mañana inmediato,
para disfrutar de aquellas pequeñas
cosas que hace unos meses les relaté.
Tengo que ser capaz de no caer en la trampa de nuestra
sociedad, en esa ocupación permanente en la que nos metemos sin darnos cuenta y
de la cual no somos capaces de despegarnos sin la ayuda de otros, o la
experiencia traumática de haber estado preso o enfermo.
Esa ocupación permanente a la que me refiero se llama PROGRAMACIÓN, y nos quita de un plumazo
los muchos momentos de felicidad que la vida nos presenta día a día.
Trataré de ser ordenado; no estando programado y manteniendo mi propia libertad, así como respetando la
de los demás –algo que pocas veces comprendí en mi anterior vida-.
¡Parece una buena idea!
Valentín Temes Coto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario