Quedaron pocos y pocas de aquellos que hace cuatro años eran
tantos. Numerosos y ruidosos, la mayoría se quedaron en silencio y escondidos,
solo pendientes de los acontecimientos, para alejarse unos –casi todos- y para
aprovecharse algunos, que resultaron ser los más malvados…
Pero también es cierto y bien cierto, que algunos pocos
amigos y un trío de amigas, se pusieron a mí lado del modo en que les fue
posible y continúan en ese mismo lugar.
También aquí sin nombres ni agravios por mi parte, dedico
estas letras a los unos y a los otros. A unos para agradecer y a los otros para
disculpar, entendiendo que la situación en que se vio envuelta mi vida genero
el escenario perfecto para poder quedar en evidencia tanto las miserias como
las virtudes humanas, que unos y otros llevamos dentro.
Pero como la vida es algo maravilloso, que nos ofrece siempre
y en cualquier circunstancia oportunidades de conseguir felicidad, me encontré
con nuevos amigos que se presentaron durante estos cuatro años.
Son amigos que llegaron por medio de aquellos pocos que me
quedaron, o por cercanía a esos incondicionales que me acompañan.
Y también aparecieron amigos de la cárcel y de los juzgados.
Son los amigos del Sistema… Jueces, secretarios, abogados, funcionarios de
prisión –los más- presos, docentes y profesionales que se desempeñan en infra
muros.
Estos nuevos amigos
del Sistema, me reconfortan de especial manera, porque me dan certeza de
que no todos los que se mueven dentro del Sistema son corruptos, delincuentes,
malvados, ni estúpidos… Creo que la mayoría valen la pena, y la terrible
minoría es la que nos tocó sufrir en carne propia.
No creo que mi situación personal actual sea algo especial
para poder valorar lo que realmente significa la palabra amistad y el concepto
de amigo que uno tiene inculcado. A todas las personas de una u otra forma les
llegan momentos donde se llega a poder valorar a los amigos. Pero si es cierto
que en situaciones límite, que pasan de una u otra forma por el cementerio, el
hospital o la cárcel… se encuentran y se pierden amigos, amigas y enemigos.
Si alguno de los que eran mis amigos leen estas letras, que
sepan que siempre tendrán en mi persona un recuerdo inanimado del pasado.
Y si son aquellos que hoy considero amigos los que leen esta
parrafada, que tengan bien por seguro que tendrán en mi a un amigo
inquebrantable de por vida.
También es posible que alguno de los indeseables que
traicionaron mi amistad, se burlaron de mi presente y se aprovecharon de mis
bienes, estén algún día leyendo lo que aquí escribo. De ser así, y solo para
ellos, le aseguro que jamás podrán ser olvidados aunque si perdonados… Y tal
vez su conciencia les haga devolver lo que me han robado…
El tiempo no lo podré recuperar jamás. Será saldo pendiente.
Valentín Temes Coto.
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