Podría yo
hacer una nota cada día para tratar de explicar la forma y el modo de actuar
del Poder Judicial en Argentina.
También
sería posible escribir la misma cantidad de notas para dejar bien en claro que
la Justicia en España y otros lugares es bien similar en el fondo de las
cuestiones a lo que ocurre en Argentina. Creo que la diferencia se da más en
las formas, que en lo profundo. En
Argentina el descaro respecto a la corrupción y al corporativismo dentro del
Poder Judicial, se presenta a diario con toda la naturalidad posible.
Pero
escribir notas y notas, que repiten sin descanso las tropelías de jueces y
fiscales, solo hacen que llegue a considerarse normal, lo que es delictivo y
anormal.
Por lo
tanto, hoy quiero plasmar en esta nota algo distinto y diferente cuando me
refiero a los magistrados tantas veces denunciados.
Hoy
quiero destacar el esfuerzo y sacrificio personal que varios de esos
magistrados corruptos, sostienen en sus días de trabajo en los Tribunales.
Tenemos
que ser capaces de pensar y entender, que estas personas se pasan horas, días,
semanas, meses y años analizando pruebas para llegar a dictar resoluciones
donde deciden sobre la vida de sus semejantes. Este trabajo supone una
responsabilidad, para la que solo unos pocos están realmente preparados y capacitados
para hacerlo.
Es verdad
que algunos son corruptos, y aceptan firmar y crear resoluciones que son pagas
de antemano, para condenar o absolver, de acuerdo con el trato en cada caso.
Pero otros muchos no son corruptos, y se esfuerzan por hacer una tarea seria y
responsable de acuerdo a la Ley. Estos magistrados merecen el respeto de toda
la sociedad, hasta que encontremos en sus despachos la desidia, la soberbia y
la terrible cobardía de no enfrentar a sus colegas delincuentes, que ellos
tienen identificados, pero jamás denunciados.
Ante esta
cruda realidad de corruptos y cobardes mezclados impartiendo “justicia”, solo
nos quedan dos opciones para tomar, como conjunto de ciudadanos. El silencio, y
que todo siga igual; o la queja y denuncia para que “algo” pueda cambiar.
Ustedes
me creerán o no, cuando me decido sin duda alguna a asegurar en esta nota, que
ni los unos ni los otros magistrados son
aptos para el desempeño de sus funciones.
Es más;
Yo creo que en este siglo XXI tendríamos que conseguir la desaparición humana
en el desempeño de funciones como magistrados.
Las
máquinas serán sin duda alguna más justas e imparciales que cualquiera de los
magistrados actuales y futuros, que ya
son influenciados y manipulados por sus “padrinos judiciales”.
La
realidad es triste pero cierta. No puede haber un hombre que pueda decidir
arbitrariamente sobre la vida de otro sin ser controlado en tiempo real. La
Justicia hoy no tiene posibilidad real de que esto no ocurra.
¡¡NO
SIRVE!!
Valentin Temes Coto.
ES COPIA DE LA NOTA ESCRITA POR VALENTIN.
Lolo Temes Coto.
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