Un interno se confesó con el sacerdote que visita el penal
todas las semanas. El hombre con cerca de cuarenta años, estudios
universitarios, nacido en un país del centro de Europa, y con un uso más que
bueno del idioma español; sentía la necesidad de poder hablar con un
representante de Dios en la Tierra.
La verdad es que me sorprendió la facilidad con la que un
cura puede ayudar a un hombre que se encuentra desesperado por tener que estar
preso durante cerca de tres años, que son los que podría tener que cumplir
antes de ser expulsado a mitad de condena.
Yo, desconozco cuales eran los “pecados” que este buen
hombre soportaba; pero imaginando que su arrepentimiento por haber intentado
llevar 3 kilos de cocaína en una mochila con destino a Holanda fuese su mayor
daño, quedó claro que su confesión semanal le ayudó a estar mejor consigo
mismo.
No logro entender como alguien con nivel superior de
estudios y amplia experiencia profesional en varios países europeos puede
sentir la necesidad de tener que confesarse y menos aún, llegar a sentirse
mejor como persona, tras las palabras y penitencias que el sacerdote le hace
llegar. Pero no puedo ser yo el que critique a nadie, así que solo me limitare
a contar cual fue el “pecado” que no confesó este hombre que ya hace más de un
año que puede seguir pecando en libertad.
El interno en cuestión se pasó dos años y diez meses preso en la cárcel de Ezeiza haciendo la vida imposible a todos los que le
dedicaban su tiempo a escuchar sus ideas, sus pesares y su gran fe en todo lo
que Dios representaba para él.
Le hacia la vida imposible porque él era igual que la
mayoría de esos representantes de Dios –existe para los que creen en él- en la
Tierra, que se llaman curas, obispos, cardenales y algunos más. Quiero decir
que durante todos los días, sus dichos sanos y nobles no se correspondían con
sus acciones intrigantes y llenas de falsedad. Su sonrisa, sus gestos siempre
cordiales y zalameros, eran el disfraz de un ser envidioso, egoísta y acomplejado,
que buscó en la fe una herramienta para vivir en la cárcel como fuera de ella
justificando sus acciones y logrando en la confesión y penitencia el poder
reiniciar su habitual proceder de persona falsa y calculadora.
Para mí es difícil poder creer en Dios; cualquiera que sea,
ni en nada que no tenga explicación científica. Pero después de haber conocido
y convivido con este hombre, y ver su relación con la Iglesia, me encuentro
totalmente identificado con la idea de total y absoluto desprecio en todo lo
que hace a la religión…….Sea del signo que sea.
Me resulta muy perverso cuando analizo lo que se puede
hablar entre el que confiesa y el que es confesado.
¿Cuál de los dos puede ser el pecador?
Creo que los dos, con la doble moral que permite el ser
católico y practicante representan las miserias de dos mundos que se
entrecruzan en esta cárcel argentina.
Al escribir estas líneas, recuerdo las recientes imágenes de
S.S. el Papa Francisco lavando los pies a presos de cárceles en EE.UU., y las
comparo con la imposibilidad de haber visitado o recibido a presos políticos en
Cuba, cuando visito ese País antes de seguir a EE.UU. Creo que lo anterior es
otra clara muestra de la doble moral de la Iglesia Católica y de sus más
variados representantes.
CONFIESO, que hace dos años yo escribí una carta a S.S. el
Papa, en medio de la desesperación de estar preso sin culpa. El sacerdote que
visita el penal se encargó de hacerle llegar personalmente mi escrito……………. Pero
como no me confesaba –imagino sea ese el motivo- jamás recibí respuesta ni
comunicación alguna; a diferencia de otros muchos que si se encomendaron al
Pastor.
Así es la Iglesia y sus Representantes.
Valentín Temes Coto
ES COPIA LITERAL ESCRITO DE SU PUÑO Y LETRA
Lolo Temes Coto
ES COPIA LITERAL ESCRITO DE SU PUÑO Y LETRA
Lolo Temes Coto
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