Vitíligo,
enfermedad cutánea benigna caracterizada por manchas despigmentadas (blancas o
rosáceas) de bordes bien definidos (contorno geográfico).
De aparición progresiva, no congénitas, las
áreas despigmentadas suelen ser simétricas, situándose alrededor de los
orificios naturales (boca, nariz, ojos, pezones, ombligo, ano), en los pliegues
flexores de las muñecas y en las superficies extensoras del final de las extremidades.
Su tamaño y número son muy variables, desde pocas lesiones hasta vitíligos
generalizados.
La anterior, es la definición médica de la enfermedad que yo
padezco desde hace más de veinte años.
Es una enfermedad psicosomática, que suele ser generada por
un alto estrés continuado, o por un acontecimiento emocional fuerte.
En mi caso se dieron las dos condiciones antes descritas,
cuando por aquellos años apareció el vitíligo en mi cuerpo.
A lo largo del tiempo aprendí a entender la evolución de la enfermedad,
tanto con sus aumentos como con su estancamiento temporal, e incluso –para mi
sorpresa- con su disminución en distintas zonas del cuerpo.
Tengo comprobado que la estabilidad emocional y la prolongada
exposición al sol –a pesar de que los médicos no lo recomiendan- hace que la
enfermedad se estanque o disminuya.
Para sorpresa propia y también de mi entorno más cercano,
resulta curioso cuando menos, que estando estos últimos cuatro años detenido,
con un estado de ansiedad y angustia galopante, la enfermedad prácticamente
permanece paralizada.
Si es verdad, que yo noto los cambios incluso con los cambios
de estación, y de sobre manera cuando pierdo el contacto con el sol.
Tengo la respuesta a la estabilidad de la enfermedad aun
estando en mi actual situación; y es la siguiente: Tengo tanta rabia y dolor
acumulado por la injusticia que vengo padeciendo, que mi mente se blindo ante
la impotencia y la angustia. Genere tal fortaleza, que conseguí poder manejar
mi cerebro, y por lo tanto mi cuerpo, como para no sucumbir ante la enfermedad.
Esta es la respuesta concreta a la propia duda que se genera
cuando uno ve cómo responde el cuerpo ante el brutal ataque físico y
psicológico al que vengo siendo sometido sin descanso desde hace cuatro años.
Para consuelo propio, y también del que puedan necesitar los “delincuentes judiciales”, debo
valorar, que gracias a la actual moda de tatuarse los cuerpos –adolescentes,
jóvenes y mayores- ya casi se puede considerar el tener vitíligo, como algo
similar a estar variando los tattoos
temporalmente…
Como conclusión de lo aquí expuesto, decir que lo más
importante de nuestras vidas, es ser capaces de no perder la razón y así
conservar la psico en orden.
De este modo ni tan siquiera cuando los tiranos disfrazados
en sus investiduras de jueces, fiscales o políticos, podrán vencer a las
personas libres.
Valentín Temes Coto.
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