En estos años de injusto y obligado encierro llevo leído una
importante cantidad de libros. Libros con muy variados formatos y temas
tratados… Clásicos, de historia, algunos de ficción, y también unos cuantos que
refieren al narcotráfico.
Los autores de esos libros que tratan como tema el
narcotráfico, se presentan como especialistas de la materia. Pero exceptuando a
uno o dos autores –evitaré dar sus nombres para no crear agravios en todos los
demás- que realmente investigan y se la juegan en medio del mundo del
narcotráfico, son especialistas en levantar informaciones de las causas judiciales, y dar por verídica y cierta
toda esa información recopilada durante meses e incluso años.
Dicho esto, considero que esos libros no tienen más valor que
el del pronto momento en que se editan y unos cuantos conocidos de cada autor
que lo leen –aunque solo sea por encima- para poder opinar sobre el trabajo de
su amigo de turno.
Los hay que reproducen de forma textual muchas partes de las
resoluciones judiciales y demás datos, que sus contactos en los tribunales de
turno, más las horas de trabajo en el escritorio hurgando por internet, y
revisando las hemerotecas de los diarios de mayor tirada –que suelen ser
precisamente los portavoces de esos Tribunales de lucha contra el narcotráfico-
hacen a su trabajo de escribir esos libros. Y otros con menos esfuerzo aun que
los anteriores, solo se dedican a adaptar las crónicas verbales y escritas que
algunos magistrados y funcionarios judiciales les regalan como agradecimiento a
su servicio informativo.
Y es así de esta manera tan simple como se engendran
verdaderos “panfletos” de propaganda del Sistema judicial. Estos panfletos, mal
llamados libros, se llenan en ocasiones de datos falsos e inexactos, tratando
de generar una imagen de logros en la justicia argentina, y de errores enormes
y consecutivos en la política de este país.
Todas las mentiras y verdades que se entremezclan en la mayoría
de estos libros, se presentan con la leyenda de: “según fuentes judiciales.”
Con estas tres palabras los autores quedan a cubierto de
poder escribir lo que consideren ellos o quienes los promocionan, cualquier
falsedad que sea requerida y bien pagada.
Estos autores de libros (panfletos) que yo fui revisando,
suelen ejercer su profesión –periodista, relator de una sola verdad, la del
Sistema- de forma destacada y cotidiana en los diarios de mayor tirada de la
Argentina.
Es decir, que tenemos mensajes todos los días en los diarios
que llegan a la mayor parte de los ciudadanos. Varios de esos mal llamados
periodistas desmenuzan en tertulias radiales esas columnas periodísticas
escritas por ellos o alguno de sus colegas. Y finalmente “los soldados de la información” publican tres o cuatro libros –los
que identifico como panfletos- durante el año para sostener o crear el clima en
la sociedad que sus jefes les indican.
Este el sistema de funcionamiento de los medios, de los
periodistas, y del Sistema. Es simple, organizado y concreto para conseguir el
efecto de siempre: Mantener el Sistema.
Todo esto no es solo algo que ocurre en la Argentina, o en
España… Forma parte del mundo desde por lo menos dos mil años, cuando algunos se empecinaron
en escribir las palabras de otros, para conseguir dominar con premios y
castigos a la mayoría de las personas que conformaban aquella sociedad.
Me gustaría leer un día un artículo, o un libro donde en un
capitulo, o párrafo, alguno de estos
hombres y mujeres que trabajan al servicio del Sistema, escriban que se han equivocado y que aprovechan su
herramienta de trabajo para disculparse con la Sociedad que han engañado durante años.
Recuerden estimados periodistas, que ustedes tienen familias,
amigos, hijos que seguramente serán algún día pisoteados por el Sistema que les
paga y que ustedes defienden con sus plumas.
Valentín Temes Coto.
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