Cuando a una persona nos privan de la libertad, sea por la
causa que sea, se extrañan las pequeñas cosas que tenemos a nuestro alcance de
forma cotidiana.
Es por esto mismo, que me imagino la coincidencia en los
pensamientos de falta de esas pequeñas cosas, tanto en un preso como en un
enfermo que tiene su día a día en un hospital o en una cama de su casa.
Varias veces escribí sobre lo que significan para mí esas
pequeñas cosas, y lo que realmente suponen en la cabeza de un preso. Pero hoy
me quiero referir a otras pequeñas cosas, que solo se pueden tener estando
libre…
Verse en un espejo vestido o desnudo. Decidir si se camina
por una u otra calle, y en qué dirección hacerlo. Detenerse en cualquier lugar
y pensar en cualquier cosa. Disponer de una moneda para tomarse un café… y
tomarlo donde tú quieras. Escuchar las palabras de las gentes caminando por las
calles, e ignorarlas. Besar a quien te quiere. Abrazar a los que lo necesitan.
Escribir y leer lo que te apetece. Reír, cantar y llorar sin pensar si puedes o
no puedes hacerlo. Ser libre…
Estas acciones tan simples, junto a otras muchas son la
esencia misma de la vida.
Son estas tan pequeñas cosas, y a la vez tan infinitas para
los que no podemos disfrutarlas, que a bien seguro creo que el estar condenado
a su privación, y sea por el motivo que sea, bien justifica el poder renunciar
voluntariamente a la vida.
Esas infinitas y pequeñas cosas, son las que realmente le dan
sentido a la vida de una persona, puesto que las que normalmente llamamos
grandes o importantes cosas, no tienen sentido ni valor sin las primeras.
Somos los humanos una especie tan evolucionada, que llegamos
a crear un modelo de vida prácticamente común para la mayoría de las personas
que estamos en este planeta llamado Tierra. Es decir que unos seis mil millones
de seres humanos, más los que nacen cada día, pretendemos vivir de forma
similar unos y otros.
Y nos formamos para ser todos ganadores, exitosos
triunfadores, que disfrutaremos generación a generación de más años y mejor
calidad de vida. Tendremos las pequeñas y las grandes cosas de acuerdo a como
unos pocos, que se presentan como los tutores y educadores de la mayoría,
deciden y proyectan en el tiempo. Así con este desarrollo que ya tiene más de
dos mil, tres mil o cinco mil años, vamos haciendo la historia.
Una historia que normalmente es manipulada según la época y
el autor de cada momento, para conseguir encaminar a la mayoría de los mortales
de forma que siempre una minoría dominante, se beneficie de la gran mayoría
sometida.
Es verdad que en el último siglo, los sometidos tenemos más
de todo. Es decir que nos hacen creer que tenemos derecho a disfrutar de las
pequeñas cosas primero, y de las grandes cosas después…
Pero es una manipulación más de la propia especie humana que
conformamos todos. Al final tenemos lo que unos pocos deciden que podamos
tener… y todo eso es lo que vamos haciendo, sufriendo y luchando durante
nuestras vidas. Es nuestra vida…
Y creemos que somos libres cuando podemos disfrutar de esas
pequeñas cosas que antes mencioné, y que yo tanto anhelo. Pero realmente no
somos libres con todas esas pequeñas cosas, ni con las grandes cosas. No somos
libres porque no podemos serlo debido a nuestra propia naturaleza que fue
manipulada por nosotros mismos al evolucionar como especie. Por lo tanto solo
podemos aproximarnos en algunos momentos de nuestra propia vida a eso que
llamamos libertad, y que lleva a muchos de nosotros hasta la muerte después de
luchar por ella.
Libertad para ser libre. Esta frase es una metáfora
utilizada como moneda de cambio para asegurarse el poder por mucho tiempo de
unos pocos. Esta metáfora que se escribe en todo tipo de manuscritos,
documentos, y lleno cuadros, películas y luchas, no es más que una deformación
del sentimiento que tenemos al nacer, cuando realmente sentimos y hacemos lo
que instintivamente consideramos.
Por lo tanto, creo pensar que nuestros profundos problemas
comienzan cuando algunos nos enseñan lo que otros consideran necesario para que
podamos crecer, ser libres y disfrutar de las pequeñas y grandes cosas…
Esta mentira universal que estamos obligados heredar de
nuestros ascendientes, y a donar a nuestros descendientes, conforma la mayor
hipocresía de nuestra especie.
Hoy yo, desde la cárcel me siento libre por primera vez en mi
vida, como para poder distinguir la realidad que nos toca vivir a todos
nosotros.
Y siendo agradecido a nuestra propia especie, –hoy ya no creo
ni remotamente que haya ningún ser supremo que tenga nada que ver con la
creación ni con nosotros como especie- espero poder hacer llegar mis
pensamientos a otros que puedan entender su significado; y así buscar formas,
maneras, métodos, luchas de formación que nos lleven a mejorar de ahora en más.
No dejarnos quedar con lo que vamos entendiendo, ni ser cobardes de mirar para
otro lado porque nosotros podamos tener esas pequeñas y grandes cosas que nos
vendieron nuestros antepasados.
Tal vez si alguno de los personajes despreciables que yo
nombro todas las semanas en este Blog, leen estas líneas, pensaran que los
efectos de más de tres años y medio de cárcel, están haciendo efecto en mí… Y
es posible que así pueda ser, seguramente todo esto que siento, y que trato de
escribir de alguna manera, resulte ser la fecundación del descontento y de la
dicha que se mezclan durante los casi cincuenta y un años que tengo.
Les recomiendo a los malvados y a los que caminan a su lado,
que no dejen de valorar todas y cada una de esas pequeñas cosas, como poderse
mirar al espejo de cuerpo entero, ya que en cualquier momento de esta vida,
todo se puede perder y a cualquiera le puede suceder.
Los buenos, que son mayoría sin lugar a dudas, bien van
sabiendo disfrutar de lo poco y de lo mucho que tenemos con solo poder
despertarnos cada día.
Valentín Temes Coto.
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