Llegué a la Unidad 1, el viernes 8 de abril
del 2011, cerca de la media noche.
Me recibieron en ingresos junto a otros
detenidos que regresaban al Complejo después del “comparendo” (comparecencia)
los funcionarios del Servicio Penitenciario Federal, los cuales me hicieron
sentir la cruda realidad de estar preso. Lo hicieron con respeto, pero con la
indiferencia y crudeza del que está acostumbrado a recibir a toda clase de
personas que ingresan a prisión.
Lo primero fue el desnudarse para ser
“requisado”. Entregar las pocas cosas que portaba y desprenderme de las
prohibidas por el reglamento.
La primera vez que te hacen desnudar,
extender los brazos, levantar los pies, mostrar los genitales y enseñar tu
culo, te sientes… una cosa, un objeto. Y eso es lo que pasas a ser desde
el primer día, “un paquete”, y es el nombre que después he escuchado tantas
veces a los funcionarios de traslados que nos llevaron durante los catorce
meses a juicio; y que al ingresar al complejo siempre detallaban la cantidad de
“paquetes” (presos) que traían.
Un funcionario que tomaba las huellas al
ingreso me dijo que había la posibilidad de ingresar directamente en el Modulo
5, que era de reciente creación, para extranjeros.
Creo que este hombre -que después vi
infinidad de veces durante los catorce meses de juicio y al que agradecí
enormemente el haberme dado aquella opción de ingresar, seguramente, en el
mejor lugar del complejo, dadas las circunstancias de los detenidos que lo
conformaban- vio en mi rostro el temor y la tragedia por la que estaba pasando
y se compadeció de lo que podría llegar a ser mi primera experiencia carcelaria
de haber ingresado en otro lugar, en donde las leyendas dejan de serlo para
convertirse en realidad.
El responsable de un preso es el juez que
lo tiene a cargo y, por lo tanto, se supone que Su Señoría debería de
preocuparse de que ese detenido, al que deja bajo prisión preventiva mientras va
a prestar declaración indagatoria, esté en el lugar adecuado y que se tomen las
medidas necesarias para que esa persona– aún sigue siendo una persona
y no pierde tal condición por el hecho de estar presa- pueda estar bajo el
amparo de la ley, conservando sus derechos y no siendo presionado
psicológicamente, ni físicamente…
Pero Su Señorí; el inefable Juez Jorge
Brugo, no solo no se preocupó por estas cuestiones relativas a la seguridad del
detenido Valentín Temes Coto; sino que por el contrario intentó que me pusieran
bajo el régimen de resguardo incomunicado, para cubrirse de cualquier daño
físico que pudiese llegar a sufrir en la cárcel de Ezeiza. Y si yo me
suicidaba, cosa que bien pudo llegar a ocurrir, el “buen juez” también estaba a
cubierto dejando la responsabilidad del caso en manos del Servicio
Penitenciario Federal, por no haberme puesto en una celda de 3x1 sin ventanas
ni barrotes, e incomunicado con el resto de la población… La experiencia y la
humanidad de los funcionarios me permitieron llevar de manera más digna y humana
mi estancia en este centro hasta la fecha.
Alguien debería revisar las veces y el modo
en que los jueces van a los lugares de detención de sus procesados y también de
sus condenados. Comprobar si las visitas son advertidas con anterioridad y
guiadas como un “tour” donde los funcionarios que acompañan a Sus Señorías
hacen a modo de sequito de un Emperador…
Falta el coraje necesario para que los que
realmente conocen todos estos funcionamientos judiciales se decidan a denunciarlo
y explicarlo abiertamente. El decir de un preso o de sus allegados, no es
considerado ni escuchado y, por lo tanto, el Sistema continúa y continuará funcionando
con los defectos y vicios de tantos años atrás.
Existe una herramienta que el recluso tiene
para poder enfrentar los problemas que existen en la cárcel: Habeas Corpus.
El mal uso y abuso del Habeas Corpus, hace
–lo digo con la experiencia de más de tres años de preso donde continuamente
los internos presentan habeas- que hoy por hoy se esté utilizando este medio de
reclamo para cuestiones absurdas e innecesarias; y que mayoritariamente se
limiten a situaciones cotidianas generadas en la relación entre internos y
funcionarios.
La mayor parte de los “habeas” que
presentan los internos van contra funcionarios del Servicio Penitenciario y
tienen buena acogida en los Tribunales, ya que hoy por hoy es “políticamente
correcto” el cuestionar e investigar a los uniformados, y así estos jueces
utilizan los habeas para degradar a estos funcionarios y utilizarlos de presa
de la Justicia al servicio de los políticos de turno, asemejándolos con la policía
del gobierno militar y el trato que áquellos brindaban a los presos durante
esos años oscuros, a pesar que la mayoría de ellos ni siquiera hayan nacido
durante la época y en nada puedan ser comparados con ellos.
Pero; ¿qué respuesta reciben los
habeas corpus contra jueces, secretarios y Tribunales? Normalmente ninguna
respuesta, ya que el magistrado que recibe este tipo de habeas, se excusa y
declina en otro Tribunal, para evitar afrontar problemas internos… Es también
un modo de corporativismo…
Toda esta deformación causada por la falta
de criterio y equidad que demuestran los Tribunales en el día a día, hacen que
algo tan genuino y útil como es el habeas corpus, termine siendo en la mayoría
de los casos una generación de burocracia costosa e inútil a la hora de mejorar
las condiciones carcelarias de presos y de funcionarios.
Por todo esto reitero mi convencimiento de
que el Sistema solo acepta la vía de la culpabilidad y ofrece una “salida” al
que es culpable, pero
ser inocente y estar preso es algo similar
a estar internado en un manicomio sin estar loco. No te puedes defender, Nadie
te escucha, nadie te considera y el que decide cuando ingresas y cuando sales,
te convierte en victimario, para así justificar ante la sociedad que él es la
víctima.
Toda esta mala praxis practicada por la
Justicia lleva a que todos apliquemos la política del “nada sé, nada vi,
nada escuché y nada diré”.
Escribir estas cuestiones estando preso de
forma injusta es doblemente más doloroso para mí. Pero aun a pesar del temor a
recibir represalias por parte del Sistema, me siento en la obligación para
conmigo mismo de hacer llegar a la sociedad la realidad de todo este anticuado
y esperpéntico mundo de la Justicia en Argentina.
Valentín Temes Coto.